El fotógrafo australiano sublima la belleza de los deportes y las piscinas, de los cuerpos y los espacios, a través de extraordinarias tomas realizadas con la ayuda de drones.

Ofrecer una visión alternativa en sus composiciones es lo que hace que Brad Walls sea tan especial. Este nativo de Sídney, que este año celebra su trigésimo cumpleaños, ha irrumpido en la escena fotográfica de forma espectacular en 2019. Su obra, vista desde arriba, experimenta con el espacio negativo, la simetría, las líneas limpias y la geometría en el mundo del deporte. Bellas y emotivas composiciones que redefinen las técnicas aéreas tradicionales. Un ejemplo es su serie sobre la natación artística, una disciplina que a menudo se filma de lado, ligeramente bajo el agua o en el fondo de ella. Para capturar estas rutinas coreografiadas, colaboró con Katrina Ann Abdul Hadi, medallista de oro malaya en los Juegos del Sudeste Asiático. Lo mismo ocurre con el ballet, donde propone una sutil modulación de la iluminación jugando con la estética del tutú de Montana Rubin, miembro del prestigioso Ballet Australiano, que parece bailar con su sombra.

De lo puro a lo caleidoscópico

A Brad Walls le fascinan el surrealismo, la duplicidad, el minimalismo y el color, jugando con la gracia de los cuerpos y los movimientos coordinados en vuelos visuales y poéticos. Sus fotografías de squash y atletismo desde arriba ofrecen otra perspectiva. La primera serie adopta un aspecto retrofuturista, jugando con las líneas blancas y los trajes de los jugadores, mientras que la segunda se asemeja a las partituras musicales. Hoy, este virtuoso australiano publica su libro: “Pools From Above”, una oda a la belleza de las formas, los colores y las texturas de las piscinas de Australia y el Sudeste Asiático. En esta ocasión, Brad Walls eleva las características arquitectónicas de estas masas de agua al nivel de arte, como si tuvieran personalidad propia. Una obra maestra que lleva los límites a nuevas dimensiones.

Nathalie Dassa