La isla de la belleza ofrece sorpresas y vistas a cada paso, desde caminatas exigentes hasta bucles de un día, y desde lo que hay que hacer hasta itinerarios fuera de lo común.
Si el GR20 es el Santo Grial para cualquier excursionista, esta travesía que cruza la isla de norte a sur es bastante dura: 200 km, importantes desniveles, variantes alpinas y vías rápidas sobre el vacío, pero sobre todo condiciones de alta montaña. Este trayecto merece la pena si se está en buena forma física, sobre todo porque la ruta se puede dividir en dos tramos, el norte y el sur, siendo este último el más fácil. Ambos confluyen en el paso de Vizavona, en pleno corazón de la isla, lo que le da la oportunidad de ir a refrescarse a la encantadora Cascade des Anglais, donde los oficiales del ejército indio de la reina Victoria solían acudir a reponer fuerzas.
El agua ha esculpido hermosamente las gargantas de Restonica, que pueden seguirse desde la magnífica Corte hasta el Monte Rotondo y sus lagos de altura de Melo y Capitello. En Haute Corse, el circo de Bonifatu es un espectáculo que merece ser visto tomando el camino y el puente de los monos de Spamisata. Después de esperar a que una cerda salvaje tumbada en medio de una carretera de montaña acabe de amamantar a sus crías, dirígete al sur hacia Bavella y sus impresionantes agujas de granito. Los más experimentados tomarán las rutas de escalada, los demás las admirarán al atardecer. La isla también puede ser descubierta de este a oeste con itinerarios de media montaña, el Mare e Monti y el Mare a Mare. La del sur ofrece la oportunidad de perderse en el encantador bosque de Ospedale.
En el alojamiento, después de la cena, tendrás la oportunidad de escuchar una canción polifónica… Para una inmersión en las tradiciones, nada como una tierra remota y salvaje dominada por los 2.709 m del Monte Cinto. Este lugar es perfecto para descubrir durante los meses de verano, de aprisco en aprisco, mientras la fragante naturaleza ofrece sus perfumes floridos, que los hombres transformarán en queso.
Montaña enclavada en el mar, Córcega es una isla con mil caras y múltiples sabores, que hay que descubrir al ritmo del caminante.
Sophie Reyssat
