Tras una temporada en una fábrica como “obrero”, Diego Faivre, que asistió a la Academia de Diseño de Eindhoven, tomó conciencia del valor del tiempo, que se evaluaba, calculaba y registraba. Un verdadero indicador para evaluar el rendimiento humano. Este es un concepto que ha querido explorar a través de su “Fábrica de minutos”, que pone de manifiesto nuestra obsesión por el tiempo y el dinero. El principio es sencillo: el precio se determina en función del tiempo empleado en la pieza, a razón de un euro por minuto. Para ello, el diseñador utiliza residuos industriales como tubos de cartón, cajas de plástico o restos de madera. El único elemento que no se recicla es la arcilla que viste las piezas y les da ese aspecto orgánico único. Esta arcilla es la verdadera firma del diseñador, ya que demuestra cómo el uso de un solo recurso puede dar lugar a toda una gama de creaciones diferentes. Además, el artista ve su “Fábrica de minutos” como una reacción física al auge de la producción en masa, y por ello se esfuerza por combatir una forma de identidad colectiva que no permite la expresión y el cultivo de la identidad personal.
Lisa Agostini