Esta nueva marca deportiva reinterpreta su equipamiento en versión gigante en su primera y colorida tienda en el corazón del SoHo de Nueva York.
« Good things come to those who sweat », Este es el credo de Bala, cuyas acciones no han dejado de subir desde su creación en 2018. En consonancia con la experiencia de los fundadores Natalie Holloway y Max Kislevitz, que están casados en la ciudad, la diseñadora Madelynn Ringo, de Ringo Studio, saca todo el partido, traduciendo brillantemente el ADN y la estética de esta marca emergente. Este primer espacio de 120 metros cuadrados, situado en el número 99 de Spring Street, en el SoHo, nos sumerge en versiones sobredimensionadas de una línea de productos muy de moda, caracterizada por los tonos pastel y las formas minimalistas, suaves y redondeadas. La entrada da la bienvenida a los BalaBabes bajo un arco negro que recuerda al Power Ring, mientras que la pieza estrella, el brazalete lastrado Bala Bangles, un peso ajustable para muñecas y tobillos, se transforma en un asiento de cuero esponjoso.
El terreno de juego
El atractivo de este concept store con espejos es que también permite probar, tocar y experimentar con los equipos como en un gimnasio, al tiempo que ofrece un programa exclusivo de clases. Un mostrador curvo de color verde pálido exhibe una variedad de pesas, así como puestos repartidos por la tienda que muestran diversos accesorios de fitness, yoga y pilates. Los espacios invitan tanto a los experimentados como a los novatos a ejercitarse en medio de una gama transformada en esculturas, como la barra de pesas Bala Beam colocada en diagonal. La experiencia comercial alcanza su punto álgido bajo el arco azul, con un espacio totalmente rosa, adornado con alfombras de piel y cortinas de terciopelo para los probadores. A través de esta innovadora e Instagrammable escenografía realizada por Ringo Studio con la ayuda de Konduit, especialista en decoración, Bala redefine los tropos de los gimnasios de forma lúdica, cohesionada y sensorial.
https://www.instagram.com/bala/
Fotografías de Anna Morgowicz
por Nathalie Dassa