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Los perfumes que nos macaron desde 1990 hasta hoy 

A la exuberancia de los ochenta le siguió la ambivalencia de los noventa, entre el placer y la pureza. El marketing y la globalización impregnan las décadas siguientes. Un contexto a la sombra del cual surge la perfumería selectiva.

Ecología, sida… En busca de la pureza, los años 90 vieron nacer una sensualidad serena, lejos de la exacerbada de los 80. Es así que una ola de frescura surgió en torno a las notas acuáticas, como L’Eau d’Issey (1992), y a la perfumería andrógina, en la estela de CK One (1994). Muy de moda, los florales afrutados encarnan una sabia feminidad, desde Trésor de Lancôme (1990) hasta J’adore de Dior (1999).

En 1992, Angel, de Thierry Mugler, sacudió la perfumería con su original acorde de praliné y pachulí. Fue el comienzo de la era gourmet, reconfortante en tiempos inciertos. Se hizo notar en la década de 2000, con notas acarameladas (Flowerbomb, 2005) y afrutadas, que incluso se abrieron paso en las estructuras chipre. Como el best-seller Coco Mademoiselle (2001) o Miss Dior, 2005.

Los índices glucémicos explotaron la década siguiente, con el éxito de La Vie Est Belle de Lancôme (2012) y Black Opium (2014). Las maderas potentes y ambarinas invaden el armario masculino, en torno a jugos “musculares”, como Invictus (2013) de Paco Rabanne.

Al margen de esta carrera por la rentabilidad, está surgiendo una perfumería furtiva. En la década de 2000, las marcas ” selectas ” cultivan un estilo singular y auténtico, como Diptyque, L’Artisan Parfumeur o Frédéric Malle. Este desarrollo amenaza a las grandes casas, que crean sus gamas exclusivas. No obstante, esta tendencia no ha escapado al  marketing y es que  las marcas proliferan. Por ejemplo, la madera de oud, muy apreciada en Oriente Medio, se ha convertido en una auténtica gallina de los huevos de oro y llegó a Occidente en 2010. Nada puede detener este frenesí de lanzamientos, ni siquiera la crisis sanitaria, pero esto marca también  un retorno a los aromas más acogedores, tanto en los mercados selectivos como en los nichos de mercado.

Sophie Normand