Dulce, tierna y triste, Without Ever Knowing Each Other, de Andrew Haigh, es una película donde la pena y el amor se entrecruzan, a través del encuentro de dos seres solitarios, formidablemente interpretados por Andrew Scott y por el más melancólico de los actores contemporáneos, Paul Mescal.

Se trata de una conmovedora historia de amor, soledad y dolor, a la que da vida el formidable pero demasiado raro Andrew Scott (más conocido por su delicioso papel del villano Moriarty en la serie Sherlock y el sexy cura de Fleabag). Gay y soltero, Adam está trabajando en un guión cinematográfico sobre sus padres, que murieron en un accidente de coche cuando él tenía doce años. Vive en un piso de un flamante bloque de viviendas en una zona tranquila de Londres. El edificio, que acaban de entregar, sigue vacío… bueno, casi vacío, ya que otro piso está ocupado por otro solitario melancólico, un poco más joven que él: Harry, es guapo, misterioso y tal vez un poco peligroso. Ya sea una fantasía catártica o amor verdadero, un romance está a punto de comenzar entre los dos hombres, mientras Adam sigue viendo a sus padres en sus sueños.

No sabemos mucho de Harry, salvo que esconde una profunda tristeza subterránea bajo su sonrisa generosa y su mirada profunda. Es un joven gay de una generación diferente a la de Adam, la que notuvo sida, de una época también más progresista, quizás. Es un hombre diferente, más extrovertido, más proactivo, pero Harry y Adam comparten el mismo dolor, la misma soledad ultramoderna.

Este amante oscuro, tan cautivador como diáfano, está interpretado por Paul Mescal. Desde su memorable papel en la serie Normal People en 2019, el actor irlandés con físico de jugador de rugby (fue brevemente futbolista gaélico profesional) está acostumbrado a interpretar personajes melancólicos. Claro que fue como joven padre soltero en la bella y triste Aftersun (2023), de Charlotte Wells, que le valió una nominación al Oscar al Mejor Actor, donde se dio a conocer, por su sutil y tierna interpretación. Antes de eso, los cinéfilos le habían vislumbrado en la primera película de Maggie Gyllenhaal, The Lost Daughter, otra melancólicaadaptación de una novela de Elena Ferante, en la que se enfrentaba a la soledad de Olivia Colman quien se encontraba de vacaciones en una isla griega.

Paul Mescal parece no ser ajeno a la tristeza, el arrepentimiento y el blues, pues hace poco volvimos a verle como un granjero del medio oeste apegado a las cosas del pasado y condenado a ser sustituido por una máquina en The Replacement, de Garth Davis. Pronto -bueno, todavía no- se le verá también en la obra de uno de los cineastas estadounidenses más melancólicos, Richard Linklater. El director de Before Sunrise repite la experiencia de Boyhood, siguiendo a sus personajes mientras envejecen al mismo ritmo que sus actores, esta vez a lo largo de veinte años. Merrily We Roll Along se estrenará en 2040, cuando el actor cumpla cuarenta y cuatro años (ahora tiene veintiséis), pero para entonces, ¿tendrá el hombre que pronto se convertirá en el nuevo Gladiator de Ridley Scott ese hermoso y triste brillo de melancolía en los ojos?