Esta talentosa fotógrafa, realizadora y directora de arte alemana trasciende el mundo de la moda combinando magistralmente lo bello, lo glamuroso, lo absurdo y lo extraño.
La obra de Mónica Menez es un festín de estética vintage, absurdo, humor y erotismo fetichista. Sus montajes son pequeñas historias visuales, a veces divididas en episodios, que explotan las metáforas, juegan con la mezquindad de la vida cotidiana, se divierten con elementos surrealistas y presentan la moda y el arte de forma polifacética. Su obra fotográfica y cinematográfica nos sumerge en un mundo lleno de glamour y sex-appeal, donde todo se tuerce en una fracción de segundo. No es de extrañar que esta artista alemana afincada en Stuttgart lleve diez años acumulando premios. Ha ganado dos veces el premio ASVOFF (A Shaded View On Fashion Film) a la mejor dirección artística, uno de ellos por The Journey, otro en el Festival de Cine de Moda de Berlín por Odditory, el Premio de la Moda de Madrid por Hors d’œuvre, y varios más en el Festival de Cine de Moda de Miami por The Journey. Los cortometrajes Business as Usual y Precious, en colaboración con la marca de gafas Willems Eyewear, figuran entre sus mejores joyas de humor.
Impertinencia y sensualidad
Monica Menez se inspira insaciablemente en la música, la fotografía de Guy Bourdin y Helmut Newton, y el cine de John Waters y Jacques Tati. Pero, sobre todo, quiere seguir sorprendiendo a su público. En pocos años, la artista alemana se ha hecho un nombre como destacada directora de fashion films con su visión alocada, personal y original. Es cierto que literalmente nos arrastra en su mundo vintage y de alta costura, con sus historias modernas, sexys y desenfadadas en colores pastel. Una obra en la que la imagen fija y la imagen en movimiento dialogan constantemente, sin dejar de ser distintas dentro de un mismo proyecto global. Este año ha presentado la exposición Dressed to Compute en el Uno Art Space de Stuttgart, donde sigue desarrollando sus métodos de trabajo, experimentando con complejos procesos informáticos, píxeles y programas, así como con la inteligencia artificial y la realidad aumentada. A partir de este enfoque digital, infunde toda su sal surrealista, divertida y sensual.
Nathalie Dassa