Francia – Paris
Lo cotidiano sublimado por el color
“No hay ninguna idea, ninguna puesta en escena. Capto lo que veo, busco la imagen única, la más fuerte”, nos dijo Harry Gruyaert en la inauguración de su exposición “La Part des choses” en Le Bal el pasado mes de junio. De hecho, toda la obra del fotógrafo belga (nacido en Amberes en 1941) se compone de imágenes de choque. Aquí expone por primera vez 80 copias realizadas entre 1974 y 1996 con el procedimiento Cibachrome, inventado en 1933 por el químico húngaro Bela Gaspar y comercializado en 1963. Caracterizados por la nitidez de la imagen, la intensidad de los colores y la saturación de los sólidos, estos raros Cibachromes revelan toda la fuerza del ojo del fotógrafo y, en particular, su increíble capacidad para representar materiales, texturas y sombras, su arte de hacer visibles las cosas y magnificarlas a través del color.
“Sé un visionario, no un observador “
Se convirtió al color en cuanto se trasladó a Nueva York a principios de los años 70, y fue a través de este que Harry Gruyaert consiguió hacer de lo ordinario algo extraordinario. Lejos de su Bélgica natal, demasiado estrecha para su gusto, pero cuyo lado “chirriante” y “más bien ubuesco” supo captar perfectamente en una serie surrealista. Nueva York fue para él el escenario de varias revelaciones, aquí descubrió no sólo a los maestros americanos de la fotografía en color (Joel Meyerowitz, William Eggleston y Stephen Shore), sino también el Pop Art, que le animó “a mirar de otro modo la banalidad, a aceptar una especie de fealdad en el mundo y a hacer algo con ella”. Fueron también sus amistades con la nueva escena neoyorquina las que, según Diane Dufour, comisaria de la exposición, reforzaron lo que El desierto rojo de Antonioni, “visto mil veces”, ya le había inculcado: “la necesidad de observar el mundo […] no para señalarlo o informarnos sobre él, sino para esculpirlo, para darle forma […] Convertirse en un visionario, no en un observador”.
“El sentido del lugar” (“the sens of place“)
“Me lanzo a las cosas para experimentar este misterio, esta alquimia”, como explica el propio fotógrafo, que sin embargo rechaza toda aprehensión descriptiva de la realidad. Esta es una de las paradojas de su fotografía, que, aunque desprovista de toda puesta en escena, tiene un carácter ficticio muy fuerte, ya sea en la serie moscovita o en la serie egipcia de nocturnos electrizantes… Maestro del caos (todo contribuye a la composición, a veces muy fragmentada, al borde del encuadre…), así Harry Gruyaert no sólo busca retratar, como sus grandes maestros Bergman o Antonioni, “la soledad en el paisaje urbano”, sino también, y sobre todo, la paleta de cada lugar, lo que él llama “el sentido del lugar”. Por ejemplo, el verde neón de la fachada empañada de una lavandería de Amberes, el rojo de las cortinas y la mesa del Trans-Europ-Express donde yace un hombre dormido, o el azul, amarillo y rosa malvavisco de una acera “colorida” del condado de Kerry, en Irlanda…
“Trayectorias aisladas, espacios inconexos, cuerpos en la periferia: todo en sus imágenes funciona conjuntamente para transmitir el absurdo del mundo, el collage surrealista de la vida y sus piezas sueltas”, señala acertadamente Diane Dufour. Un análisis del que se hacen eco las propias palabras del fotógrafo: “La realidad se asemeja a un collage de Picasso cuyos elementos no estaban destinados a juntarse, pero que, de repente yuxtapuestos, significan y dicen algo que antes era imposible de alcanzar”.
« Harry Gruyaert – La Part des choses »
Le BAL
6, impasse de la Défense, Paris 18e
Hasta el 24 de septiembre de 2023
le-bal.fr