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¿DÓNDE IR DE VACACIONES SI ERES CINÉFILO?


1. Normandía, Conte d’été  de Eric Rohmer (1996)

Si hay un Rohmer para cada estación, el verano es sin duda su favorita… El cineasta lo ha filmado varias veces en Saint-Tropezcon La Collectionneuse (1967), en el lago de Annecy en Le Genou de Claire (1970) y en una estación balnearia cerca del Mont-Saint-Michel en Pauline à la Plage (1983) y para el penúltimo de sus Cuentos de las cuatro estaciones, el director se dirige a Dinard y Saint-Malo. En el programa: playas, paseos por el bocage y aventuras amorosas difíciles pero apasionantes. También es la ocasión de descubrir al jovencísimo Melvil Poupaud en uno de sus primeros grandes papeles cinematográficos. 

https://www.allocine.fr/video/player_gen_cmedia=19477913&cfilm=80142.html


2. Val d’Oise,  L’Île au Trésor de Guillaume Brac (2018)

Guillaume Brac, heredero de Eric Rohmer, también adora las calmas de julio y agosto propicias para el desarrollo de sentimientos incipientes. Entre la Fête Nationale de Contes de Juillet (2017) y el canyoning en la Drôme de À L’Abordage (2020), el director rodó un documental sobre la Île de loisirs de Cergy-Pontoise, un parque de atracciones al aire libre en los suburbios de París con su playa, su tobogán y sus deportes acuáticos. En esta “película suburbana”, Guillaume Brac filma un día de relax lejos del hormigón y el asfalto, donde los niños chapotean, los adolescentes coquetean y las parejas de ancianos buscan un lugar tranquilo en la playa… Un interludio. 

https://filmsdulosange.com/film/lile-au-tresor/

3. Nueva Inglaterra, Moonrise Kingdom de Wes Anderson (2012)

C’est le temps de l’amour, le temps des copains et de l’aventure” canta François Hardy en el tocadiscos de Suzy. Aquel verano de 1965, la niña de doce años se escapó con su novio, el explorador Sam. Más adultos de lo que parecían, ambos soñaban con una vida de arte, literatura y aventuras. Rodada como una postal de los balnearios de los años sesenta en la América WASP, Moonrise Kingdom da ganas de llevar pañuelos amarillos, subirse los calcetines hasta las rodillas, dormir en tiendas de campaña perfectamente montadas e iniciar una correspondencia literaria… Un gran programa de vacaciones.

Pierre Charpilloz