En los años sesenta, en Amberes. El cinturón verde de la ciudad portuaria belga era un lugar de experimentación arquitectónica.
Entre las pocas villas interesantes que se construyeron estaba la casa Beli, una de las primeras joyas arquitectónicas adquiridas por los clientes del Studio Okami Architects. Aunque el edificio estaba en avanzado estado de deterioro, la fuerza del diseño original era palpable, incluso a través de la espesa vegetación que invadía el espacio en aquella época, dicen los arquitectos.
Sin embargo, con la evolución de las normas y las metamorfosis en el uso de la casa, como trabajar desde casa o tener una vida familiar ajetreada, era inevitable aumentar el número de m² originales. En vista de ello, la mejor opción era reconstruir la casa respetando sus cualidades arquitectónicas originales. El programa era una restauración moderna, pero también una oda al diseño de los años sesenta.
Esta casa está perfilada por sus muros de hormigón. Una masa que se funde con la vegetación circundante gracias a su primera planta, una caja vestida de espejos. Esta primera planta refleja el bosque y permite a la villa conservar su silueta de bungalow horizontal. Este aspecto alargado se acentúa con las ventanas corredizas de suelo a techo bajo el tejado en voladizo.
Las interacciones visuales y espaciales entre el jardín, el hormigón, el cristal y los reflejos del volumen espejado confieren al edificio su aspecto atemporal y constituyen una oda a la fuerza del diseño original.
Amberes – Bélgica
Lisa Agostini