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KOURTNEY ROY : The Other end of the rainbow

Una carretera bajo una ventisca azulada, un primer plano de una cabina telefónica, un surtidor de gasolina o un cartel de motel iluminado con una luz roja, como el rastro de una rueda en la nieve que parece ensangrentada… como los dedos de una mano también tomados en primer plano…

Rojo también como el skai de un asiento de coche vacío, también tomado en primer plano, o los archivos donde se aferra un hombre con la mirada perdida… Procediendo por leitmotiv, ecos y repeticiones, la fotografía de Kourtney Roy es intrínsecamente obsesiva porque es estéticamente obsesiva.

© KOURTNEY ROY

Obsesivo a través de los motivos (carreteras desiertas, carteles, cielos, noches, niebla, nieve…), los colores (donde predominan el rojo sangre y el azul piscina) y los encuadres (esencialmente en primeros planos o planos extra anchos). 

© KOURTNEY ROY
© KOURTNEY ROY

Si en sus autorretratos está al servicio de una fantasía que roza lo disparatado, en su serie The Other end of the rainbow está al servicio del suspense y, si no patetismo (virtuosamente evitado por un uso muy magistral de lo no dicho, de lo oculto), al menos espanto y empatía por las víctimas a las que aquí se rinde homenaje.

Una especie de trágico desenlace de los mundos de ficción creados por la fotógrafa canadiense (nacida en 1981) a lo largo de los años, el tema de esta serie es realmente dramático: desde hace más de cuarenta años, a lo largo de la autopista 16, una carretera del norte de la Columbia Británica (la provincia más occidental de Canadá), mujeres y niñas, la mayoría de ellas pertenecientes a las Primeras Naciones (los pueblos indígenas de Canadá), han ido desapareciendo.

Es en este tramo de carretera de 720 km de longitud, llamado La autopista de las lágrimas, donde Kourtney Roy dirigió su objetivo entre 2017 y 2019, para fotografiar los lugares vinculados a las tragedias.

© KOURTNEY ROY

“¿Cómo dar sentido a un lugar insignificante?”, se preguntó. “La banalidad de los lugares que fotografié sugiere la presencia de sucesos siniestros tanto como los oculta. En busca del genius loci, el “genio del lugar” “que da sentido a un lugar concreto”, la fotógrafa ha conseguido que la extraña sensación de una presencia que impregna este Camino de Lágrimas sea casi palpable de un extremo a otro.

Obra de larga duración, en el límite de la fotografía artística y la fotografía documental, esta “narración a través de las imágenes de una noticia” toma la apariencia de un rompe cabezas narrativo en la Galerie des Filles du Calvaire, que presenta extractos acompañados de testimonios recogidos durante los viajes de la artista.

Un libro publicado por André Frère lo presenta en su integridad.

Galería Les Filles du Calvaire

17, rue des Filles du Calvaire, Paris III

Hasta el 25 de enero

www.lesfillesducalvaire.com

Stéphanie Dulout