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VANUATU, LA CARA OCULTA DE OCEANÍA

Aún desconocidas para el turismo, las islas de este archipiélago volcánico del mar del Coral esconden tesoros naturales y tradiciones bien conservados. Una invitación a perderse en la naturaleza.

© Naveto

Mucha gente nunca ha oído su nombre, y para los que sí lo han oído, la ubicación de Vanuatu es a menudo confusa. No muy lejos de Australia y Papúa Nueva Guinea -todas las distancias son relativas-, este archipiélago melanesio, antes conocido como Nuevas Hébridas, se encuentra a poco más de 500 kilómetros al noreste de Nueva Caledonia. No se puede pensar en visitar todas sus islas, ya que la mayoría están deshabitadas, y algunas siguen siendo misteriosas no sólo por su difícil acceso, sino también porque requieren una invitación especial.

Sin embargo, si no rompes las reglas, como acercarte a un rostro tallado en un árbol del bosque, y sigues las costumbres impuesta por los jefes, tendrás la oportunidad de vivir momentos inolvidables de convivencia en las aldeas más remotas del mundo, como cocinar y degustar laplap con las mujeres, sentarse en la reunión nakamal de los hombres para beber kava, cuya preparación y degustación son toda una experiencia, o quizás tener la oportunidad de probar un cerdo guisado bajo piedras volcánicas al rojo vivo… Esta forma de vida en contacto con la naturaleza se refleja en danzas como la de la serpiente, o la música del agua que las mujeres hacen al cantar sumergiéndose hasta la mitad en el agua para tocarla como un tambor.

© Naveto
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Aquí, la naturaleza se ofrece en todo su esplendor y crudeza, desde las paradisíacas playas de Espíritu Santo hasta el infatigable “escupefuegos” que es Yasur, en permanente erupción en Tanna. 

Es cierto que estas dos islas son fácilmente accesibles, pero las otras lo son mucho menos, aunque cuenten con avionetas que garantizan rotaciones aleatorias para aterrizar en pistas a veces minúsculas, y luego debas continuar el viaje en 4×4 o en una pequeña lancha motora, como es el caso para llegar a Ambrym o Gaua.

© Naveto

Después, si quieres conocer más,  habrá que caminar durante horas por la exigente selva para llegar a una caldera que alberga los lagos de lava de Marum y Bembow, o para alcanzar el lago Letas, al pie del Garet, que supone una amenaza explosiva para los alrededores. Todo esto es suficiente para sentirse como un verdadero explorador.

Sophie Reyssat