El espacio es un teatro visual que el artista de Vancouver explora superponiéndolo para crear paisajes intangibles que nos invitan a mirar más allá de las formas.
Todo es cuestión de percepción… Formadas por la yuxtaposición de varias capas paralelas de formas o colores transparentes suspendidos, sus obras dan la ilusión de una tercera dimensión, la alternancia de las capas crea una profundidad vaporosa y da sustancia a la inmaterialidad del espacio. Encierra ciertas creaciones en vitrinas como obras de arte, pero también como fuerzas desconocidas que es más prudente controlar.
De estas formas suspendidas emana un poder casi cósmico, tanto si te concentras en una nebulosa con Spatial Image Sculpture, como si tu mirada es atraída hacia un vórtice con el choque de partículas en Holos, una obra que hace referencia al nuevo estado desordenado de la materia descubierto recientemente por los físicos.
Tomado prestado de la antigua palabra griega que significa “todo”, el título de esta obra nos anima a tomarle la medida a la infinidad de posibilidades. Uno se siente como Pandora ante estas obras bajo cristal, alrededor de las cuales no puede evitar girar para aprehenderlas mejor.
Mientras nuestro mundo digital se centra en las imágenes y multiplica los píxeles para lograr una precisión infinita, David Spriggs descompone y explota las formas para hacernos percibir otros paisajes visuales.
Nos corresponde a nosotros descubrirlos a través de nuestra reconstrucción mental, como en otra obra titulada Gravedad, que pone nuestros sentidos en levitación. En su serie de instalaciones explícitamente denominadas Stratachrome, el artista utiliza planos de color para explorar su simbolismo y jugar con sus efectos estéticos, sensoriales y psicológicos.
En su última instalación, Black & White, ha creado dos formas duales que remiten al maniqueísmo inherente a su título, invitándonos a movernos entre y alrededor de los volúmenes para cambiar nuestro punto de vista y hacer visible lo invisible.
Sophie Reyssat