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THÉO MERCIER : OUTWORLD, THE SLEEPING CHAPTER

Colchones, sacos de dormir, trozos de cartón, camas desmontadas, piedras rotas y columnas truncadas… ¿Qué son estas ruinas -de arena- que Théo Mercier ha sacado a la luz bajo las bóvedas centenarias de la Conciergerie? ¿Son nuestros? ¿Los de nuestro mundo “en crisis” – en guerra, en bancarrota, en tiempo prestado…? ¿O los de otro mundo? De este Outworld designado en el título de la trilogía de la que la antigua prisión de la Conciergerie acoge la tercera parte, El capítulo dormido? Ambos, respondió el artista visual-escenógrafo que, durante semanas, con diecisiete asistentes, esculpió in situ esta ciudad fantasmal y efímera: “son las ruinas de nuestros sueños individuales y colectivos, nuestros sueños rotos, nuestros sueños heridos, las ruinas de las historias de amor… el teatro de la miseria que hay en nuestras ciudades y en nuestras habitaciones…”.

© Erwan Fichou

Un paisaje desértico, que recuerda a algún refugio abandonado, un inmenso dormitorio improvisado donde sólo las camas deshechas llevan la huella de la vida humana, del paso del hombre, este Outworld, como latente, parpadeando en su ganga arenosa, está sin embargo poblado por perros. Petrificados también, pero con ojos tallados en obsidiana, tienen una extraña presencia a pesar de sus cuerpos arenosos. Inspirados en los yacentes de reyes y grandes señores acompañados por sus perros para la eternidad en sus tumbas-museo, “son los guardianes del sueño, los guardianes de nuestras noches y de nuestros insomnios” y, como el perro del pasaje en la mitología egipcia, nos conducen por el camino de la eternidad y nos guían en nuestro deambular, a lo largo de nuestro viaje terrenal, “con los ojos bien abiertos en la noche negra”.  

© Erwan Fichou

Otro guía, no esculpido sino escenificado, de Théo Mercier: el niño, al que llama “el niño de la época”, y al que hace deambular entre las ruinas durante las representaciones que dan vida a su paisaje; atravesando las noches sin cerrar nunca los ojos, es, como el perro, nuestro guía, pero también nuestro respirador y consolador, una especie de ángel de la guarda de los emigrantes y de los mendigos, curando las heridas y llenando los vacíos, médico de cuerpos y almas…

© Erwan Fichou

Como un espejismo a punto de desvanecerse en las arenas inestables, el paisaje evanescente esculpido por Théo Mercier se convierte así en una travesía, un cruce del tiempo y del vacío, diciendo, a través de la fragilidad y la inestabilidad de un material y de las formas, condenadas a desaparecer, a las que ha dado forma, la saludable precariedad de la existencia: “Material de metamorfosis, de mutación por excelencia”, material maleable que abre todo el campo de posibilidades, la arena es el caldo de cultivo de los sueños… Y aquí entramos en su catedral. 

© Erwan Fichou

Un viaje sublime y sobrecogedor fuera del tiempo.

Hasta el 8  de enero
En La Conciergerie de Paris – 2, bd du Palais, Ier www.festival-automne.com

Serie de espectáculos presentados del 3 al 11 de diciembre dentro de la exposición producida en el marco del programa New Settings de la Fondation d’entreprise Hermès. 

Stéphanie Dulout