Sus fotografías llenas de humor, cuya estética recuerda a la de Guy Bourdin y Cindy Sherman, hacen de Kourtney Roy una artista por derecho propio. Sus inspiraciones, decididamente orientadas hacia el cine, en particular el de David Lynch, conducen sus fotografías a un mundo en las fronteras de la realidad y la fantasía. Su arte se expone en París, Moscú y Sídney cuando no aparece en libros, tres en total: “Ils pensent déjà que je suis folle” (Editions Filigranes, 2014), “Northern Noir” (Editions La Pionnière, 2016), y una guía de la ciudad de la colección Louis Vuitton sobre “California” (Editions Louis Vuitton, 2016). Esta colaboración con una casa de moda no es la primera, ni mucho menos. Acostumbrada a inmortalizar los looks de los diseñadores, sus fotos adornan las páginas de Vogue Japón, Les Echos Série Limitée, Madame Figaro e incluso casas como Dior.
Eso sí, Kourtney Roy entra en escena, como una rubia oxidada, con las uñas afiladas, un cigarrillo en la boca y la cara excesivamente bronceada, un escenario tan alejado de su Ontario natal, donde creció con su padre vaquero, pero que -al fin y al cabo- le sienta perfectamente.
Cheynnes Tlili