En el mundo de la moda, cada casa tiene su propio estilo, firma y aura. Louboutin tiene la suela roja, Versace tiene la cabeza de medusa, pero cuando los códigos se superponen, cuando las marcas colaboran e intercambian sus inspiraciones como Balenciaga y Gucci, ¿estamos asistiendo al nacimiento de una nueva moda?
El pasado mes de septiembre, las redes sociales ardieron cuando se afirmó que Richard Quinn, el diseñador británico aprobado por la reina Isabel, Beyoncé y Cardi B, copiaba las colecciones de Balenciaga firmadas por Demna… esta fue una inspiración un poco… demasiado pronunciada que Vogue Runway y la temida Diet Prada también subrayaron en Instagram. No obstante, si partimos de la idea de que la moda es el reflejo de una época o el espejo de la sociedad, ¿cómo podemos determinar que una casa está copiando a otra? Cuando Christian Dior presentó la mujer flor en 1947, estableció el nuevo estándar para el largo de la falda. ¿Se copiaba entonces para seguir el ejemplo? La noción es subjetiva. Y eso es lo que los genios Alessandro Michele y Demna han demostrado brillantemente con la presentación de The Hacker Project. Esta es sin duda, una de las colecciones más increíbles, que entra fácilmente en los anales de la moda y es que nuevamente a finales de 2021, las dos casas se permitieron literalmente copiarse la una a la otra, sin consultarse, dando vida a la fusión entre las dos marcas más populares.
En esta colección, el monograma de Gucci ha visto cambiada su doble “G” por una “B” y piezas icónicas del armario de Balenciaga han sido rediseñadas en la moda italiana, como la famosa zapatilla de deporte Gucci Triple S. Así, las dos casas de diseño, cuyos éxitos son interminables, han demostrado inteligentemente con este proyecto que la moda brilla doblemente cuando se comparten e intercambian ideas. ¿Podría ser este el amanecer de una nueva moda en la que la noción de propiedad intelectual se vuelve más abstracta? A pesar de los puristas, el futuro de la moda está claramente en el plural.
Cheynnes Tlili