Detrás de una valla en una bastida provenzal del siglo XVIII se encuentra un hotel digno de un cuento de hadas. Piedras centenarias, baldosas patinadas y vigas blanqueadas. El lugar da paso a un incesante juego de luces. Los rayos del sol acarician suavemente la piscina turquesa rodeada de huertos. Este espacio florido desprende calma y serenidad, ideal para rejuvenecer. Los pisos tienen paredes gruesas y suelos desgastados. Si estás de visita con tu familia, la casa del chef de 150 metros cuadrados te gustará. Además, el loft blanco o el granero darán a los enamorados una sensación de calidez. También podrás disfrutar de la comida junto a la piscina y reservar cenas para los invitados o simplemente aprovechar la tienda de comestibles local: Les Commissions du Moulin. Te esperan muchas experiencias: cine al aire libre los lunes, pilates los martes, yoga los miércoles o petanca los jueves, jóvenes y mayores estarán encantados.

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Flora di Carlo